Los tánganos
En el norte de Europa habitan unos duendes de lo más desagradable. No nos hemos equivocado al escribir su nombre, porque no son zánganos perezosos y desganados. Eso sí, todas sus energías las destinan a molestar, robar y hacer todo tipo de maldades.
Los tánganos son hoscos, feos y grotescos. Son de pequeño tamaño, pero pueden crecer a voluntad hasta tamaños enormes. Se adornan con piedras y visten ropas que parecen rocas, para así poder esconderse y coger por sorpresa a los viajeros que cruzan las montañas. Son avezados bribones y ladrones, guardando todo el botín de sus trapacerías en sus cuevas secretas. En ocasiones incluyen en sus robos algún bebé humano, dejando en su lugar un feo y berreante tanganillo.
No obstante, estos canallas y sinvergüenzas pueden ser burlados con un poco de astucia y algunos trucos. Se cuenta de una anciana del oeste de Inglaterra que sufría los robos de una pandilla de tánganos, a los que espantó presentándose ante ellos con el camisón puesto del revés ¡algo que los tánganos son incapaces de soportar!
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