Desde este nuevo blog podréis conocer muchas cosas relacionadas con el Medio Ambiente: cómo caminar por la montaña, rutas de senderismo, curiosidades de flora y fauna, experiencias y anécdotas vividas... y un sinfín de ideas útiles que nos brinda cada día nuestra Naturaleza.

viernes, 5 de abril de 2013

La llamada del viento: reflexiones cavernarias - I -

Para un pastor y un profesor



- Del utilitarismo de la Naturaleza a su integración real en la vida del hombre -


PRIMERA PARTE



CONOCIMIENTO vs. IMAGINACIÓN 

Nos tachen o no nos tachen de locos, el tiempo siempre da la razón a aquellos que saben esperar y ven las cosas con perspectiva. 

Apostando por la imaginación, amparada en el conocimiento, nuestra balanza se inclina del lado de buscar alternativas a través del mundo de las ideas. El conocimiento es valioso, la imaginación es poderosa. El conocimiento es finito, la imaginación es infinita. El conocimiento ciñe a un mundo predeterminado, la imaginación otorga libertad al ser que la posee y explora otros mundos dentro y fuera de uno mismo. Las ideas son el punto de apoyo que moverá al mundo del conocimiento. Los niños, grandes portadores de imaginación, recibirán el relevo de cuidar de su entorno, y si no son realmente capaces de pensar, de aportar nuevas iniciativas, el mundo del futuro estará estancado, agotado, pese a que quizás cuente con altas prestaciones tecnológicas.

Los niños comienzan por investigar a través de los sentidos. Exploran lo que les rodea y lo amoldan a lo que ellos-as ven. Hemos conocido a cantidad de niños que pintan murciélagos de color rosa chicle o dibujan elefantes de ocho patas. Y es increíble la de cosas que pueden llegar a tener en sus cabezas. Saint-Exúpery, Picasso, Dalí, Mozart, Einstein y otros muchos, siendo genios de su tiempo con capacidad suficiente para resolver complicadas ecuaciones, plasmar cuadros de gran belleza o dominar el arte de la música y la escritura desde su juventud, renunciaron finalmente a seguir bajo la doctrina de las pautas adultas y prefirieron dar a sus obras un relieve más infantil y entonces fue cuando más brillaron. ¿Por qué no de adultos seguimos conservando la inocencia, la frescura, la credibilidad, la magia, la versatilidad, la adaptación al medio y tantas otras muchas capacidades innatas en esa tierna edad infantil que perdemos mientras envejecemos? Si grandes genios lo hicieron, los demás también podemos hacerlo. Dejando a un lado las interpretaciones de algunas de las aficiones de cada uno de los artistas mencionados antes (por ejemplo, la tauromaquia) eran tan brillantes que su visión ha cambiado el rumbo de la historia del ser humano tal y cómo la conocemos actualmente. 


De mayores no hacemos otra cosa que echar cuentas, quejarnos, mirar el reloj, preocuparnos por la política, consumir desenfrenadamente para ser felices, rodearnos de preocupaciones, buscar prosperar y querer tener cada vez más cosas, en definitiva. La mayoría de los niños no piensan en todo eso, aunque, cada vez más vemos cómo a los chavales de ahora se les quiere hacer crecer antes de tiempo. Muchos alumnos cuentan con móvil con whatsapp incorporado ya con nueve años. Lo hemos visto. Y a los mayores de a pie les parece normal... pero si no contribuyesen a que esos niños estén sometidos a teclear y tocar maquinitas de esas a todas horas, esos niños tienen un potencial enorme por desarrollar. Y en esa faceta de crear, de ser innovadores, de abrirse a descubrir el mundo, casi todos se sorprenden y se maravillan con las cosas de la Naturaleza. Rara vez te encuentras con muchachos a los que no les gusten los animales. Si eso se perpetuase en el tiempo, si además de decir "qué bonito es el león" con tres años, lo mantuviésemos cuando somos más viejos, respetaríamos mucho más a la Naturaleza y todo lo demás saldría solo o por lo menos sería mucho más sencillo.  

Si el hombre en todo momento hubiese dejado en paz, sí, EN PAZ, a todo aquello que cree que es suyo, las cosas hubieran sido muy diferentes desde el principio. Ya no quedan apenas zonas inexploradas que den ese inhóspito sentido de "aún el bípedo exterminador no ha llegado hasta aquí". Se cree poseedor y estampa su sello en todo lo que le rodea y sea de la forma que sea y, lo que es peor, cueste lo que cueste. En ese descosido tan grande que ha hecho, hay otros que buscan soluciones poniendo parches e intentando arreglar el roto. Pero, como dicen las madres a sus hijos, si no lo tocas no se rompe. Ese era el planteamiento que había que seguir. Ahora ya es tarde. Somos verdaderos expertos en ir en una carrera constante hacia "lo estropeamos y luego lo enmendamos". Con la fauna y la flora: primero las aprovechamos, luego las explotamos, después las protegemos. Con lo fácil que es: primero las admiramos, luego las protegemos, después sacamos lo bueno que nos dan y por último buscamos cómo coexistir con ellas intentando minimizar el daño que les podamos causar. De todas formas, si partimos de la base de la admiración y el respeto, algo que aprecias y que quieres lo proteges al máximo, no buscas hacerle daño. Es decir, todo lo demás está supeditado a ese instinto de afectividad. Inculcar eso, que surja ese vínculo en la gente, ya no es que sea necesario, se ha convertido en imprescindible. El orden de los anteriores factores no debería importar si se crea en el ser humano un sentimiento arraigado de fascinación. Pero ese factor común que buscamos debería surgir espontáneamente y es bastante complicado. Etiquetamos todo, pero nos olvidamos de aquello que verdaderamente da valor a las cosas. Buscamos ser los adalides protectores a posteri, cuando debería ser a priori, cuando incluso no tendríamos ni que estar ahora mismo teniendo que justificar estas cosas. En nuestra mente íbera hemos ido perdiendo esa dedicación a contemplar el mundo salvaje; en otros países es algo que ni siquiera se cuestiona, y nadie sabe muy bien darle explicación. Nuestro caldo de cultivo está hecho a base de un condimento barato, pero debemos enriquecerlo y llenarlo de intenciones auténticas.

Ayer, mientras explicaba a mis chavales muchas cosas sobre la obra de Erasmo de Rotterdam y otros humanistas de su época, me puse a pensar y a comparar a los hombres de ciencia de ahora y a aquellos pensadores de la época del Renacimiento (bien llamados eruditos; destacable Leonardo da Vinci, pero hay muchos otros nombres que se podrían citar) y en la visión que tenían ellos del mundo en general, del hombre en particular y de la relación entre todo aquello que atañe a ambas cosas. Si hubiésemos entrado también en explicaciones de filosofía, habría mucho que rescatar de grandes autores que aportaron ya no solo un estudio exhaustivo del mundo, sino que interiorizaron ese discurso y en sus razonamientos abrieron la puerta a grandes descubrimientos y avances. Todo buen biólogo, científico en general, sabe que Aristóteles es considerado como uno de los primeros grandes zoólogos de la historia. Pero esa generación de ilustrados hombres de épocas remotas no se quedaron con cultivarse en un único área del conocimiento, sus expectativas iban siempre más allá de la ciencia. La música, pintura, literatura, filosofía (no cabe duda) y otras muchas disciplinas, eran un trasiego diario en sus reuniones y en sus coloquios y se retiraban a pensar y meditar, y eran críticos y se cuestionaban muchas cosas, gracias a la duda el ser humano consigue formularse preguntas que le llevan a averiguar respuestas y buscar porqués. 

El hombre de hoy camina sin rumbo. Sí, lo hace así, aunque se crea que tiene las cosas claras y sabe lo que tiene que hacer en todo momento. No sabe a dónde se dirige. Y en ese deambular por esta vida de ahora buscando cómo integrarse mejor consigo mismo, con los demás hombres y con las cosas que le rodea, ha perdido la noción de qué es verdaderamente lo que debe hacer para encontrarse. 

Nosotros somos científicos, aunque no demos demasiadas muestras de ello. Pero también somos  pastores, profesores y a ratitos niños. 

CONTINUARÁ... 









No hay comentarios:

Publicar un comentario